Hispanic: Stephanie Pavlantos: La Niña Engreída de Papá: Daddy’s Girl
“por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos”
~Hebreos 11:16b RV
Mi padre tenía cincuenta años cuando yo nací, y yo era una niña engreída de papá. Papi me sostuvo en sus rodillas cuando el doctor me dio mis vacunas con un aparato que parecía pistola que me dejo con una cicatriz del tamaño de una moneda de diez centavos en la parte superior de mi brazo. Él me enseño a manejar mi bicicleta. Él hacia donuts hechos en casa para mí y mis hermanos antes de que él fuera a trabajar como un cocinero ejecutivo. Él y mi mama recién habían comprado una granja grande para que nosotros podamos cultivar nuestra propia comida y trabajar la tierra.
Pero las circunstancias cambiaron y eso derrumbó ese sueño…
Después de mi sexto cumpleaños, mi Papá sufrió un derrame cerebral que le dejo paralizado en su lado derecho. A causa de esta enfermedad, aún sólo teniendo seis años, sabia que mi vida iba ser diferente. Todo parecía que cambió.
El cuerpo y la personalidad de mi Papá eran diferentes–y él se sentía derrotado. Él ya no podía hacer la mayoría de cosas que antes solía hacer. Yo, mi Mamá, y mis cincos hermanas hacíamos todo el trabajo. Mi Papá se sentaba en el pórtico mirando cuando nosotros cortábamos el pasto porque él temía que nos íbamos a lastimar. Cuando nos quejábamos, él nos decía, “Yo lo sé, yo quisiera estar trabajándolo.” Ahora entiendo por qué le dolía tanto ver a sus hijas hacer “su” trabajo. Al comienzo, él luchaba con emociones de ser inútil que le condujo a una depresión severa, pero él venció.
Tal vez mi Papá no pudo alcanzar los sueños físicos y financieros que él anhelaba, pero su fe se volvió más fuerte a causa de estas dificultades, tanto que su fe inquebrantable fue su regalo para nosotros.
~Stephanie Pavlantos, author of Jewels of Hebrews
Tal vez mi Papá no pudo alcanzar los sueños físicos y financieros que él anhelaba, pero su fe se volvió más fuerte a causa de estas dificultades, tanto que su fe inquebrantable fue su regalo para nosotros.
La fe marcaba la vida de mi Papá. Él oraba constantemente por nosotros. Mi Papi oraba por fuerza y consuelo por Mami, quien al no tener otra alternativa tenía que trabajar largas horas para soportar la familia. Papi oraba por cada uno de sus niñas para que conozcan a Dios como él le conocía. Él valoraba mucho nuestra salvación. Cada día, él nos leía la Biblia durante la cena, y al acostarnos él oraba por nosotros, poniendo su mano sobre nuestras cabezas mientras que estamos arrodilladas al lado de su silla reclinable.
Tal vez mi Papi se sentía inútil en su cuerpo, pero su espíritu estaba lleno de la vida que viene del Hijo de Dios. Él no se daba cuenta la influencia que él tuvo en sus seis hijas. Aún limitado en una silla de ruedas, él declaraba vida sobre nosotros y plantaba semillas con un propósito eterno. Nosotros tal vez nunca vamos a saber en la tierra el impacto que tenemos en las vidas de los demás. Pero Dios sí lo sabe. Mi Padre falleció un mes después que me casé, y estoy agradecido que Dios le permitió que me llevara al altar de la iglesia en el día de mi matrimonio.
En Hebreos 11, el autor comparte cómo la fe de varios santos del Antiguo Testamento influenciaron las vidas de los que estaban a sus entornos. Tal como mi padre, estos hombres y mujeres eran justos en los ojos de Dios por su gran fe y obediencia en tiempos de pruebas y persecución. Ellos hasta sufrieron burlas, persecución, y encarcelamiento, y todavía la fe de cada uno siguió firme. Hebreos 11:38 dice que ellos eran gente, “de los cuales el mundo no era digno” (RV). Ellos vivieron y murieron por su Dios.
Todos estos murieron sin haber recibido lo prometido, pero lo vieron de lejos con los ojos de la fe y lo saludaron, reconociendo así que eran extranjeros y gente de paso sobre aquella tierra.
~Hebreos 11:13 BLPH
Algunos versículos después, el autor escribe, “por lo cual Dios no se avergüenza de llamarse Dios de ellos” (Hebreos 11:16b RV). Esta escritura esta en el tiempo presente. ¿Por qué? Porque Dios no estaba avergonzado en ese entonces, y tampoco Él está avergonzado ahora de ser su Dios.
Dios no esta avergonzado de ser tu Dios, tampoco.
No importa cómo nos vemos nosotros, o cuan inútil nos sentimos en nuestros trabajos o como una madre en casa, o cuantas veces hemos fallado y nos sentimos como hemos decepcionado a Dios y a los demás; si tú perteneces a Dios, Él no esta avergonzado de ti y siempre te recibe como Su hijo/hija.
Si tú no tienes alguien en tu familia que da ejemplo de una fe inmovible, entonces tú debes ser ese ejemplo para un familiar. Tu recompensa eterna será invalorable.
Padre Celestial, gracias que Tú no estas avergonzado de ser mi Dios. Gracias por ser un Padre lleno de amor y gracias por dar Tu Hijo, Jesucristo, para darme vida. Yo soy Tuyo por una eternidad.
Oro y pido en el nombre de Jesús, Amen.
Genra: No-ficcion
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